MANIFIESTO

Una declaración de amor

Amamos la tierra que nos vio nacer
y dio sustento a nuestra familia,
la que nos legó el tesoro de unas uvas
varietales únicas de esta tierra extrema,
la que nos enseñó el misterio
de los ciclos de la vida.

Amamos la Galicia que mira
cada mañana al cielo y escucha
los secretos que le susurra al oído el viento.
La que huele a lluvia y a tierra mojada,
generosa y agradecida, aunque exigente.

Amamos el oficio que nos transmitieron
nuestros mayores de generación
en generación, que nos empuja a perseverar
en una manera de entender el vino que se
estaba abandonando; de cada gota de su
sudor, de cada uno de sus desvelos,
aprendimos una lección.

La sabiduría no es mercancía
que se pueda comprar y vender,
la sabiduría son estratos de conocimiento
que se depositan en la tierra y la fertilizan.
Son enseñanzas que cada añada
se condensan en un pequeño
número de botellas.
Cada una de ellas única,
diferente a todas las demás,
extraordinaria.

Amamos el ayer porque
miramos al
mañana,
el lugar donde los sueños
se convierten
en memoria.
Atrevidos nos llamaron quienes ahora
siguen nuestros pasos.

Amamos lo que somos.
Amamos lo que hacemos.
Hacemos lo que amamos.

ORIGEN

La tierra dibuja
el carácter

Cuando naces en una tierra recibes la herencia de su historia, de sus leyendas y sus tradiciones, de la memoria de tus mayores. El viento, la lluvia y el suelo configuran no solo una geografía; también un carácter, una idiosincrasia, una manera de mirar a la vida y de responder a sus desafíos. El mapa no
solo delimita un espacio físico, también dibuja un universo espiritual: el alma gallega.

Galicia es tierra atlántica que venera al sol y lo añora, que sabe hacer de su condena un tesoro. Pueblo valiente, audaz, aventurero. Galicia es tierra desafiante y es gente con determinación. Reservada, auténtica, de pocas palabras, pero pronunciadas con sentido y verdad. Galicia es la tierra
que determina el carácter atlántico de la casa Valdesil.

Galicia es también cuna de arraigos que saben mirar hacia adelante. De visionarios capaces de soñar que una uva como la Godello de Valdeorras podría llegar a conquistar el corazón del siglo XXI.

Valdesil nace en 1885 de la unión de dos familias con hondas raíces en la tradición vitivinícola de Valdeorras: los Prada y los Gayoso. Este origen marcará la historia de una bodega que no ha querido renunciar a ese carácter familiar y a su apego a la tierra, que son seña de identidad de la casa.

Cosecha a cosecha, añada a añada, la familia Prada-Gayoso ha mantenido ese espíritu artesanal y perfeccionista hasta llegar a su cuarta generación. Vendimiamos a mano, como se ha hecho siempre. Y cuidamos nuestra tierra como el mayor de los tesoros.

En Valdesil elaboramos vinos a partir de variedades autóctonas cultivadas en pezas. En cada una de estas pequeñas parcelas se cultivan unas u otras variedades de uva, buscando la perfecta simbiosis entre la cepa y las cualidades geológicas del suelo en el que enraízan. El resultado son producciones limitadas, de una altísima calidad, y una autenticidad que nos distingue.

MEMORIA

Somos el legado
que recibimos

RESPETO

Devolver a la tierra
lo que te da

Cuando estás apegado a la tierra, cuando tu vida depende de ella y le debes tu sustento, has contraído tácitamente la obligación de protegerla y conservarla.
En Valdesil honramos a la tierra que nos vio nacer –y a la que amamos– porque sentimos la responsabilidad de sabernos custodios de un tesoro que nos regaló la naturaleza. Y nuestra forma de mostrarle agradecimiento es trabajarla con respeto, favoreciendo sus ciclos naturales, siguiendo
las enseñanzas de la agricultura biodinámica.

Fuimos pioneros en la adopción de la filosofía conservacionista, que garantiza la pervivencia de los ecosistemas y resulta determinante para la elaboración de vinos de la máxima calidad. Y también en la normalización del concepto de “Cru”: trabajar cada parcela de manera individual, poniendo el énfasis en la energía tan especial que cada suelo es capaz de imprimir al vino.

El entendimiento de que el suelo, las plantas y los animales que conviven en un ecosistema configuran un conjunto que busca el equilibrio y se beneficia de la interrelación de los unos con los otros es lo que determina nuestra concepción holística de la viticultura y lo que nos ha permitido situar nuestros vinos entre los mejores del mundo.

Somos soñadores, obstinados, locos.
No nos rendimos nunca. Las dificultades no nos doblegan. Al contrario.

Hace cuatro generaciones, dos familias de viticultores tuvieron un sueño común, se unieron y crearon la bodega Valdesil. En una zona de Galicia de aldeas perdidas y viñedos que se abandonaban. Cuando todos se marchaban, nosotros nos quedamos. Aferrados a un tesoro ecológico y a una historia a la que no podíamos renunciar. A contracorriente, rebeldes e inconformistas, contra viento y marea, contra el sentido común, contra todo y contra todos.

Y nos mantuvimos como los últimos guardianes de una viticultura extrema, de cultivo en laderas escarpadas y de tierras que demandan resistencia a las viñas y un duro sacrificio a quienes las trabajan.

Esto ha forjado nuestro carácter resiliente. Resistir es vencer. No nos asustan los desafíos. No nos gustan las cosas fáciles, porque lo extraordinario nunca nace de lo sencillo. Hoy, Valdesil es el máximo exponente de esa manera de entender la viticultura y la vida. Embajadora de la Galicia dura, remota, desconocida y maravillosa.

ROMANTICISMO

Contra viento
y marea

MIRADA

Siempre un paso
por delante

El impulso de ir más allá está siempre en el origen de las historias de éxito. Aventurarse en territorios no explorados, no aceptar que “las cosas no se pueden cambiar”, imaginar una realidad mejor… son actitudes que están detrás de cada avance.

A la bodega fundada por nuestros antepasados en 1885 le corresponde el honor de haber introducido la primera cepa de uva Godello en Valdeorras y de crear el primer cultivo monovarietal en la comarca. A esto se le llama ser pioneros.

También fue la de la familia Prada Gayoso la primera bodega de la comarca en crear una marca –Valdesil–, abandonando la costumbre de la venta a granel, y de asomarse al mundo exterior y exportar su producción. A esto se le llama ser precursores.

Fuimos los primeros en aplicar una filosofía de elaboración basada en trabajar cada parcela de manera individual, poniendo el énfasis en la energía tan especial que cada suelo es capaz de imprimir al vino. A esto se le llama creatividad.

No es algo que puedas planificar, no hay mapa trazado que conduzca a la excelencia; hay instinto y hay memoria. Hay manos que trabajan, hay sabiduría transmitida de generación en generación. La excelencia es conocimiento y es pasión.

También es perseverancia. Hacer las cosas bien conlleva tiempo, aprendizaje y reposo de las enseñanzas que regalan la tierra y el clima a quienes les dedican su mirada. Hacer las cosas

bien es cuidar cada detalle del ciclo de la vid, del ciclo de la vida. Desde la cepa hasta la botella.

Algunos lo llaman perfeccionismo. Nosotros lo llamamos, sencillamente, hacer las cosas bien. No llegas a convertirte en una marca valorada y exclusiva si no haces las cosas extremadamente bien. Y así es como hemos llegado a conseguir que nuestros vinos alcancen la categoría de legendarios, vinos que despiertan sensaciones que trascienden el entendimiento.

EXCELENCIA

Hacer las cosas
bien